miércoles, 12 de agosto de 2009

En busca de Klingsor



La acción de los Polos Opuestos

Es algo suficientemente claro que la polaridad es una de las características más recurrentes de la naturaleza. En nuestro planeta están los polos Norte y Sur, polos positivo y negativo, también existe una cierta polaridad entre el sol y la luna y, como si esto fuera poco, la mayoría de las culturas centran como principal condición en la relación del hombre y la mujer su oposición, el ser polos opuestos. Esta suerte de ley de la naturaleza es un tema central en la obra de Jorge Volpi y es posible encontrarla en muchos ámbitos, ya sea, en el amoroso, político- estratégico, en la relación del bien y del mal, etc.

En primer lugar, la situación de conflicto amoroso entre Vivien (de piel negra) y Elizabeth (de piel blanca), que pugnan por conseguir a Bacon es muy significativa. El negro de Vivien llama la atención de Bacon, ella representa lo sensual, lo salvaje, lo que está fuera de lo tradicionalmente aceptado en su círculo o en la vida social y pública del científico, opuesta al ámbito privado de su dormitorio. Vivien despierta en él una serie de sensaciones que lo cautivan, por ejemplo, cuando la ve enredada en las sábanas blancas “Nada le gustaba más que el contraste entre la negra piel de Vivien y la palidez de la tela. Al recostarse a su lado adoraba profanar esa íntima armonía establecida en aquella silenciosa unión de los contrarios”[1]. Elizabeth, por otra parte, es la mujer más tradicional, de buena familia y más aceptada por su círculo social “Tarde o temprano esta situación doble tendría que terminar y su elección sólo podía ser una: Elizabeth. Nadie ni su madre ni sus amigos, ni siquiera sus profesores o sus condiscípulos, le perdonarían abandonar a la encantadora joven a quien consideraban, desde el inicio, como su futura esposa, y menos por culpa de una pobre trabajadora negra”[2].
Sin duda este es un juego de Ajedrez en que las piezas blancas y negras compiten por dejar en Jaque Mate al Rey (Bacon), cada una entra en un juego de seducción para conseguir la meta, pero el juego se desarticuló cuando el rey optó por no jugar. Bacon dejó las cosas, abandonó el juego, dejando sólo a perdedores, ambas Vivien y Elizabeth, perdieron la opción de ganar a F. Bacon.
En segundo lugar, la novela se circunscribe en uno de los períodos más significativos del siglo XX, entre la Primera y fines de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1942 la pugna entre los Aliados y el Eje se mantenía casi en un punto muerto en que no existían condiciones para que la balanza se tendiera para uno u otro bando. Ambos bloques luchaban por imponer un poder hegemónico no sólo en la capacidad de armamentos o de tierras conquistadas, sino que también en el ámbito intelectual. Los científicos, así como los militares, se debatían en una guerra por alcanzar los mayores logros en el conocimiento.
Schrödinger le dice a Bacon: “¿Por qué piensa que los hombres participaron gustosos, en proyectos atómicos? ¿por nacionalismo? Eso era lo de menos, aunque tampoco hay que restarle importancia. ¡Lo hacían por orgullo! vanitas vanitatem, profesor Bacon. Los físicos tenían una guerra particular, ajena a la de los ejércitos”[3].
Lo opuesto entre la teoría y la práctica es una constante en la mayor parte de los enfrentamientos científicos. La ciencia alemana, defendida por Stark y Lenard, era la considerada nueva ciencia o la teoría cuántica, que estaba en contra de la ciencia judía en que se encontraban las teorías de Albert Einstein sobre la relatividad, de W. Hesenberg con la teoría de la mecánica matricial y de Schödinger con su teoría de la mecánica ondulatoria. En este punto la ciencia alemana defendía una postura de la física más pragmática o experimental, mientras que la llamada “ciencia judía” tenía un enfoque más teórico. En una entrevista que realiza Bacon a W. Heisenberg, este último consideró que a Stark, el científico nazi que había politizado su ciencia, le habían dado vuelta la espalda desde el mismo partido. Los nazis se cansaron de la palabrería de la Deutsche Physik y comprendieron que la verdadera ciencia era la otra. “La verdadera ciencia es una, profesor Bacon. A la larga, cualquiera se hubiese dado cuenta de que nosotros estábamos del lado correcto, no él”[4].
Pero, la pugna no sólo estaba entre lo teórico y lo práctico, sino que también entre el bien y el mal. W. Heisenberg en el primer encuentro que sostuvo con Bacon en el auto blindado al terminar la operación Alsos, le indica, haciendo un paralelo con la cerveza, que habían ciencias buenas y malas y que si la ciencia que se hacía el Alemania era mala o estaba al servicio del mal, él tenía la obligación de quedarse para mejorarla, sin una condición moral ulterior. Es por ese motivo que se niega a irse a trabajar a Estados Unidos, luego que Goudsmit se lo pidiera.
Es posible observar que en el arco de aquellos años la mayoría de las grandes construcciones teóricas y su puesta en práctica iban a la par con la destrucción. Pearl Harbour, Hiroshima, Nagasaki y Auschwitz. Se construye, se progresa y se va destruyendo.
En este punto las imágenes de un Caín y un Abel son iluminadoras en la Primera Ley del Movimiento Criminal que dice: “Todo crimen ha sido cometido por un criminal”[5]. Aquí aparece claramente uno de los polos más simbólicos de la humanidad el bien (Abel) y el mal (Caín). Dos hermanos que conviven pacíficamente se enfrentan a causa de una “injusticia divina”, Caín se siente menos querido a los ojos de Dios y comete el primer acto homicida de nuestra raza. Con el golpe que da a su hermano, aquel hombre perturba la humanidad entera, pero, así también genera a su alrededor una serie de reacciones que permiten, en primer lugar, una toma de consciencia del pecado hacia los demás hombres y, en segundo lugar, sin este acto fatídico la frase del Salvador no tendría sentido: “Amaos los unos a los otros”.
Es posible que en el juego del Buen Señor que hablaba Schrödinger en la cita inicial, los seres humanos deban averiguar las reglas ocultas sin considerar cuan destructivos sean los medios, pues todo estaría ya escrito. En este punto, los polos opuestos trascienden a un espacio distinto: lo divino y lo humano. Las leyes de la providencia y las leyes del hombre.
¿Cómo considerar que Hitler, Stalin, Judas y el ángel Caído son ejemplos del mal, si conscientemente estaban seguros de que los que hacían estaba bien? ¿No será, volviendo a la pregunta cartesiana, que el libro de Jorge Volpi nos revele cómo una y otra vez la Providencia engaña a los hombres de manera infantil, dejando pistas erradas a quienes buscan acceder a la verdad?.
Los polos opuestos serían uno de los elementos del libro más reveladores de las pugnas existentes entre las distintas situaciones a las que se ven enfrentados los personajes. Francis Bacon, Gustav Links y Klingsor.


“El físico inglés escribe[6]: “A cada acción corresponde una reacción igual y contraria: esto es las acciones recíprocas de dos cuerpos son siempre iguales entre sí y dirigidas hacia partes contrarias”(...) Con ella no sólo se describe el desplazamiento, sino todas las batallas que se llevan a cabo en el universo. Cada vez que un ser humano toma una decisión, se esfuerza en sobrepasar sus límites o intenta doblegar la voluntad de otro, sea para enamorarlo, convencerlo o asesinarlo, cumple con las leyes de la mecánica clásica”[7].



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Bibliografía
Volpi, Jorge. En Busca de Klingsor. Ed. Seix Barral, Barcelona 1999.
[1] Op. Cit. Página 65
[2] op. Cit. pág. 82- 3
[3] Op. Cit. Página 280
[4] op. Cit. Página 247
[5] op. Cit. Página 177
[6] Se refiere a sir Isaac Newton.
[7] Volpi, Jorge. En Busca de Klingsor Ed. Seix Barral, Barcelona 1999. Página 178

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